*Publicado en Ataraxia Magazine el 26 de Septiembre de 2021
UNO
Un chiste antológico de Jaume Perich mostraba en cuatro viñetas a un hombre calvo con gafas y bigotito, genuina imagen del españolito medio en la etapa del desarrollismo, paseando mientras reflexionaba sobre su devenir. «De niño soñaba con parecerme a Errol Flynn. De adolescente a James Dean. De joven a Steve McQueen. Pero he acabado pareciéndome a José Luis López Vázquez». Sigue leyendo
UNO
Siendo yo un crío de siete u ocho años escuché una canción que, sin ser consciente de ello, iba a convertirse en un faro para el resto de mi vida. Más allá del (inmenso) placer, una vibración indescriptible hizo que me rindiera al tema y su intérprete como nunca antes lo había hecho. Gracias a mi hermano, yo me había aficionado muy pronto a la música y me pasaba el día escuchando la radio y poniendo singles en nuestro tocadiscos, pero esta vez el arrebato no se parecía a nada de cuanto había sucedido antes. Fue tal vez ese día en que empecé realmente a educar mi intransferible gusto y a dejarme guiar, instintivamente, por él. Nada más hermoso que saber sin saber que has vivido un encuentro crucial en tu vida. Hoy, con 59 años a cuestas, la canción sigue siendo una de mis favoritas y quien la cantaba será por siempre mi diosa absoluta.
Tras graduarse en la universidad de Michigan, el neoyorquino Edward S. Feldman fue de inmediato contratado como publicista por la Twentieth Century Fox. Se le daba tan bien que durante la guerra, gracias a su talento en el mundo de la propaganda, el ejército ascendió a general al coronel que le había echado el ojo. Acabada la guerra volvió a la Fox, donde estuvo hasta 1959, cuando el productor Ray Stark le fichó para promocionar la romántica y entonces osada El mundo de Suzy Wong (The World of Suzie Wong, 1960) de Richard Quine para Paramount, pero durante el rodaje de esta historia de amor interracial la relación con Stark fue tormentosa y Edward se largó rapidito a la más modesta Embassy Pictures. Sigue leyendo
¿A qué se debe que Jonathan Hemlock (Clint Eastwood), un seductor pero modesto profesor de Historia del Arte cuyo sueldo no debería dar para mucho, pueda permitirse coleccionar un sinfín de obras maestras de la pintura universal, posea una envidiable discoteca de incunables del jazz en sus ediciones originales y disfrute, además, de una deslumbrante bodega compuesta por los más exquisitos y costosos vinos de Burdeos y Borgoña? La respuesta nos la dará casi de inmediato un albino que vive enclaustrado como un vampiro llamado Drago (Thayer David), inquietante cabecilla de una oscura organización aparentemente relacionada con el mundo del espionaje, que en el pasado solía recurrir a Jonathan para encargarle algún que otro asesinato siempre muy bien remunerado. Hace ya tiempo que Jonathan abandonó tal actividad, pero la agencia acaba de perder a uno de sus agentes en Suiza y el sibilino Drago se empeña en que Hemlock descubra al asesino y acabe con él y le obliga a aceptar el encargo sirviéndose de las artes más mezquinas, en las que es un ducho maestro. Sigue leyendo
58 – PIEL CAOBA
Berry Gordy es un mito. Motivos para que así sea los hay de sobra. Fue él quien en 1959 fundó la Tamla Motown, compañía discográfica que gestionó con mano de hierro hasta que vendió sus míticos archivos inundados de selectas obras maestras compuestas por Holland-Dozier-Holland y otros muchos genios de la música. Los vendió a la MCA en 1988, que a su vez los vendió a Polygram, operaciones que, unidas al gran éxito original de la Motown, han hecho de él un magnate de poder y fortuna desorbitados. La Motown, orgullo de Detroit, cuna de una de las más hermosas músicas (negras) que escuchó jamás el oído humano. Sigue leyendo
Detroit, 1954. Una niña se pone a cantar Gospel en una iglesia baptista y reinas y emperatrices desaparecen como un soplo de aire de la memoria de la Humanidad. Ya sólo hay lugar para ella. En mi caso, nadie, jamás, será tan inmensa, tan arrebatadora, tan poderosa, tan imponente. Si digo aquí que FUE, ES y SERÁ mi cantante favorita no es porque tenga buen gusto, es sencillamente porque no pudo, no puede, no podrá ser de otro modo. Sigue leyendo
the magnificent ambersons 