De Títulos Y Otros Inconvenientes

¿Alguien se acuerda de una película de 1978 llamada Vicios Pequeños? Está claro que no, pues todo el mundo la recuerda como La jaula de las locas, traducción fiel del original francés-La cage aux folles– pero que, queda dicho, no fue el título con que se estrenó aquí. Dado el inesperado y brutal exitazo mundial -creo que fueron nueve meses en cartel- de esta comedia, estrenada de tapadillo en el extinto cine Diagonal de Barcelona para cubrir una cartelera veraniega no especialmente distinguida, se rodó una segunda parte, que pasó a llamarse La jaula de las locas (Vicios pequeños II), alargando y complicando el título original que era, claro está, La cage aux folles II (1980). No sólo los distribuidores españoles, los ávidos productores franceses también se volvieron zoquetes y bautizaron la tercera parte como La cage aux folles 3, elles se marient (1985). Por una vez, aquí respetaron el título original, razón casi segura por la que ni dios fue a ver La jaula de las locas 3: ellas se casan. Bueno, por eso y porque era rematadamente mala, que a veces también cuenta. No contentos con eso, al remake americano de 1996, titulado The Birdcage y protagonizado por Robin Williams y Gene Hackman, se le bautizó aquí como Una jaula de grillos. Santo cielo. Una pequeña lección de estrategia para los distribuidores españoles de la que no aprendieron nada, pues lo mismo pasó con First Blood (1982) de Ted Kotcheff, aquí llamada Acorralado, otro estreno veraniego de tapadillo (la distribuidora era muy modesta) en el cine Publi del paseo de Gracia y otro inesperado taquillazo -lo que en la jerga profesional se conoce como sleeper- cuya segunda parte se llamó aquí Rambo, cuando su título original era Rambo: First Blood Part II (1986), pero para qué liarse rebautizándola como Resulta que el acorralado se llamaba Rambo por si se les había olvidado y por eso ha vuelto para recordárselo a base de hostias o algo por el estilo. Que la tercera parte se llamase Rambo III (1988), pero no Rambo: First Blood III provocó aún más confusión y muchos espectadores se pasaron un puñado de años preguntándose: ¿Dónde está Rambo II? ¿No la han estrenado? ¡¿Me la he perdido?! Bueno eso es lo que se preguntaban los desesperados fans de John Rambo, entre los que no me cuento, ya que con Acorralado tuve más que suficiente dosis de cretinismo por una vida. Y sólo se vive una vez. Bueno, dos si te llamas James Bond, pero esa es otra historia.

Por favor, señores distribuidores, confíen más a menudo en los autores de una película antes de estrujarse la sesera buscando títulos inventados y presuntamente comerciales que se suelen olvidar con facilidad, especialmente hoy en día, que cada semana se estrenan diez o doce películas -a veces incluso bautizadas con el mismo título, todas rodadas del mismo modo y tratando los mismos temas- sin que nos enteremos, ya que suelen durar cuatro minutos en cartel. Lo de Con faldas y a lo loco fue una excepción, ya que sonaba mejor, lo admito, que A algunos les gusta caliente, que tampoco sería la traducción más apropiada del Some Like It Hot original, algo así como A algunos les va la marcha, expresión aún no establecida en el refranero popular de finales de los 50 en nuestro católico país. Al pasarla por primera vez en TV3, muy atenta a la amenazante predicción de la entonces inspiradísima Maruja Torres «como la emitan como Amb faldilles i esbojarrats me doy de baja en esto de la normalización lingüística», la televisión autonómica catalana solventó el problema de forma magistral: sometió la traducción a un concurso-referéndum popular, y eso que en la Catalunya pujolista aún no estaba de moda lo de la democracia directa, ja, ja , ja. Estaba claro, era el público, digo el pueblo, quien tenía que decidir cuál iba a ser el título catalán del gran e intocable clásico de Billy Wilder. Y el pueblo votó, pero como sucede con todos los referéndums aunque nadie nos lo diga abiertamente fue el poder quien dispuso y decidió. Y tuvieron la brillante idea de titularla Ningú no és perfecte, es decir, Nadie es perfecto. Crearon así, de esta forma tan espontánea y pizpireta, lo que hoy se conoce como spoiler, expresión hoy tan de moda que se podría traducir como ¡Acabas de joderme vivo contándome el final de la película, capullo! Por lo visto ni los resabiados votantes ni los directivos de la nostra consideraron en ningún momento que aún quedaba algún lactante en Catalunya que no había visto la película.

A todo esto, yo quería hablar de locas enjauladas. Bueno, tampoco me he desviado tanto del tema, ¿no les parece?

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¡Santo cielo, Sly! ¡Qué tamaño!

Continuará…

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