La Ciudad No Es Para Mí

UNO

Uno de los grandes éxitos de taquilla de 1974 fue El justiciero de la ciudad (Death Wish, 1974) de Michael Winner. Producida por Dino De Laurentiis, costó 3 millones de dólares y recaudó 22. El film se convirtió en un fenómeno sociológico porque, de algún modo, tocó la fibra sensible de mucha gente, supuso el reasentamiento de Charles Bronson en el cine americano después de vagar por medio planeta y le catapultó definitivamente a un estrellato mundial que hasta la fecha se le había resistido a pesar de ser muy popular, especialmente en los cines de barrio de toda Asia y Europa. Sigue leyendo

El Rostro De La Mujer 40

44 – UN PUÑADO DE VALIENTES

“Mi posición fundamental es que las mujeres somos seres humanos, con toda la gama de comportamientos santos y demoníacos que esto conlleva, incluidos los criminales. Las mujeres no son ángeles, no son seres incapaces de hacer maldades. Si lo fueran, no necesitaríamos un sistema legal (…) Si eludimos el sistema legal porque lo consideramos ineficaz, ¿qué tomará su lugar? Sigue leyendo

Fotorrelato

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La ocasión la pintan calva y me permito aparcar 1974 por un breve lapso de tiempo debido a un artículo que acabo de descubrir en la edición digital de El País, diario que, infatigable, recorre a pasos de gigante su irremediable camino de perdición, arrastrando consigo a los definitivamente insoportables progres biempensantes de todas las épocas que creen estar leyendo aún el gran e imprescindible periódico que una vez fue. Sigue leyendo

Inmorales Y Provocadores

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En 1973, el director y guionista Vicente Escrivá, una de las cabezas más señeras y visibles de nuestro inefable nacional-catolicismo audiovisual, sufrió algún tipo de trastorno mental que le llevó a hablar alto y claro acerca de la ola de erotismo que nos acechaba allende nuestras fronteras, especialmente en Francia, que como todos sabíamos era un país demasiado liberado, rebosante de mujeres dispuestas a todo y pervertidos de toda índole que se pasaban cualquier convencionalismo por el forro, libertinaje que amenazaba con invadir nuestro pequeño remanso de paz, buenas costumbres e intachable moralidad provinciana. Sigue leyendo

Invitación A Un Paseo Por Alemania Que Puede Convertirse En Una Gran Aventura

No he tenido reparo en escribir tan abiertamente sobre Carlo Lizzani porque confesar de entrada mi total desconocimiento sobre su obra no me ha supuesto el más mínimo problema para compartir con usted, amable lector, la búsqueda del pequeño chispazo que podía encender la mecha de nuestra curiosidad, la suya y la mía, al mismo tiempo que las pistas iban haciendo su aparición en el transcurso de nuestra investigación. Confío en no actuar con la misma ligereza con respecto a Effi Briest. Sigue leyendo