Retrato De Toda Una Época A Través De Una Sola Película (Parte 5 y Final)*

*Toda la serie sobre Pelham 1, 2, 3 puede también leerse en Ataraxia Magazine.

EL ENCUENTRO

1 – EL MEOLLO DEL ASUNTO

Pelham 1,2,3 se proyectó el día 24 de septiembre de 1974 en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Por sorprendente que pueda parecer, fue presentada a competición en la sección oficial, en un año en el que la representación del cine norteamericano fue especialmente nutrida, ya que, además del film de Sargent, incluía la excelente y muy paranoide El último testigo (The Parallax View, 1974) de Alan J. Pakula, la fallida y denostada —aunque yo no dejo de encontrarle su encanto— La semilla del tamarindo (The Tamarind Seed, 1974) del maestro Blake Edwards, la desangelada y lamentable La casa nº 11 (11 Harrowhouse, 1974) de Aram Avakian, la melancólica versión que Jack Clayton hizo de El gran Gatsby (The Great Gatsby, 1974) de Scott Fitzgerald, que clausuró el festival, y la hipnótica Malas tierras (Badlands, 1974) de Terence Malick, que es la que finalmente se hizo con la Concha de Oro, llevándose también el premio al mejor actor para Martin Sheen. Sigue leyendo

Retrato De Toda Una Época A Través De Una Sola Película (Parte 1)*

*Publicado en Ataraxia Magazine el 27 de noviembre de 2022.

CAPÍTULO 1

OWEN

Se llama Owen Roizman. De crío se pateó las calles de su Brooklyn natal soñando con ser una estrella del baseball, pero la poliomielitis truncó de un hachazo esas ilusiones y, como adoraba la física, tomó la decisión de seguir los pasos de su padre para convertirse, como él, en operador de cámara. Trabajó como segundo operador de Gerald Hirschfeld, iluminador ocasional de Sidney Lumet y habitual de Larry Peerce, con quien aprendió los rudimentos del oficio. Tras unos años trabajando como director de fotografía en publicidad, Owen dio el salto al mundo del largometraje de ficción con el director William Gunn en la hoy olvidada Stop! (1970). Un cineasta chiflado, que en aquella época estaba liado con la hija de Howard Hawks, le ofreció retratar con crudeza la cara más sucia de Nueva York en una película que, según consejo de Hawks, debía contener la más alucinante persecución automovilística vista hasta aquel momento si quería tener éxito. Superar al Bullit de Peter Yates, Steve McQueen y Lalo Schifrin, ¡todo un reto!, se dijo el cineasta chiflado, que se tomó tan a pecho el consejo del maestro que logró no sólo rodar una de las más espeluznantes e inolvidables persecuciones de la historia; además, de la mano de Owen y un tal Jerry, de quien hablaremos un poco más adelante, sentó las bases de una revolución estética que marcaría todo el cine norteamericano de los años setenta. Sigue leyendo

El Rostro De La Mujer 68

79 – LA NATURALIDAD

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Es descorazonador pensar en el modo en que nos abandonó una de las más grandes actrices del cine español, que lo fue por su naturalidad, su simpatía y un talento innato para alcanzar el equilibrio perfecto entre la ingenuidad o la indolencia por un lado, y la lucidez, la picardía y hasta la gravedad por el otro. Que alguien que en la pantalla nos transmitió un torrente de humanidad, humor, complicidad y alegría no haya soportado el peso de la vida real me produce una gran desazón. Sigue leyendo

Una Carrera Envidiable

Hay gigantes irrepetibles que ejemplifican como nadie que ya nada volverá a ser como antes. Dudo que exista en el futuro alguien capaz de desarrollar una carrera profesional similar a la del gran Giuseppe Rotunno. Trabajó con una envidiable pléyade de prestigiosos cineastas y supo ser un colaborador tan esencial e imprescindible que sin él el mundo poético y visual de algunos de ellos no existiría tal y como lo conocemos hoy, muy especialmente el de su cómplice Federico Fellini. Sucediendo al gran Gianni di Venanzo de Fellini Ocho y medio (8 1/2, 1963), Rotunno entendió como pocos el fantasioso y desbordante mundo interior del maestro, hasta el punto de que sin su luz tal vez su cine no poseería esa magia que aún hoy nos fascina. Lo mismo se puede decir de Nino Rota, sin el cual no se puede evocar la figura de Fellini en su plenitud, ¡y eso a pesar de confesar en alguna ocasión que no siempre entendía las películas de su amigo!

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